Amador Menéndez lleva poco más de un año en El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y está completamente adaptado tanto a la forma de vida norteamericana como a trabajar dentro de un equipo interdisciplinar formado por científicos de multitud de nacionalidades. Amador Menéndez investiga, escribe y también divulga, porque está convencido de que esa traslación a la sociedad es necesaria en pleno siglo XXI. Fue docente de Secundaria y eso se nota en cuanto habla.

Acaba de publica el libro ‘Una revolución en miniatura. Nanotecnología al servicio de la humanidad’.

Este libro forma parte del galardón del premio europeo a la divulgación que me concedieron el año pasado y que incluía una compensación económica y la publicación. Es una publicación importante.

Es entonces como el ‘Planeta’ de las ciencias.

(Sonríe) Podría ser como el Planeta de las ciencias, pero la ciencia vende mucho menos.

¿Qué importancia debe jugar ahora la divulgación en la trayectoria de un científico? La idea es acercar la ciencia a todas las personas. Vivimos cada vez en una sociedad más científica, más tecnológica. Es la sociedad de la información. Así que tenemos que contar lo que hacemos sin un lenguaje técnico, pero no exento de rigor. Porque ambas cosas son compatibles. Como decía Albert Einstein: “Las cosas se simplifican tanto como se puede o no más”. También me gusta mucha otra frase suya: “La mayoría de las ideas de la ciencia, por regla general, son esencialmente sencillas y pueden ser expresadas en un lenguaje de fácil comprensión para todos”. Y también Stephen Hawking, que comparte esta idea, dijo que con cada fórmula que se incluía en un libro de ciencia se reducían las ventas a la mitad. Hay que buscar analogías y hacer las cosas comprensibles.

Siguiendo esa filosofía, ¿cómo explicaría usted qué es la nanotecnología? De la misma forma que un albañil, ladrillo a ladrillo, levanta un edificio a la carta, la nanotecnología –que es la tecnología de lo pequeño– nos permite modificar átomos y moléculas para construir materiales a la carta. Antes sólo podíamos utilizar los materiales que había en la naturaleza.

¿Así de sencillo? Es el siguiente paso a la microtecnología, que supuso el nacimiento de la informática, la carrera hacia lo pequeño. La microtecnología nos permitió meter chips en menos espacio e incrementó la eficiencia. El siguiente paso es la nanotecnología, que es 1.000 veces más pequeña que la microelectrónica. Es beneficioso para todo el mundo. La primera red de fibra óptica fue un hito, pero era un fraude comercial, porque sólo permitía hace cinco llamadas telefónicas a la vez. Hoy podemos hacer miles, ver páginas web, descargar vídeos…

¿Cuáles son, entonces, los campos de aplicación de la nanotecnología? Podemos decir que hay tres grandes aplicaciones o, más bien, frentes. El primero son las nuevas tecnologías de la información o la comunicación, los ordenadores pequeños, los móviles, el mundo de internet. Quizá la faceta más conocida. A nivel individual, están las investigaciones sobre la salud. Y la tercera parte, es lo colectivo, la sostenibilidad del planeta.

¿Qué avances aporta la nanotecnología a la salud? Una de las cosas más importantes es la liberación inteligente de fármacos. Con la medicina tradicional, el tratamiento, por ejemplo, de destrucción de una célula cancerígena mataba también las células sanas que tenía alrededor. Las nanopartículas son inteligentes y diferencia las células enfermas y la sanas, dejando estas últimas intactas. Es como una versión real de El Viaje Fantástico. Están los microchips que viajan por el torrente sanguíneo, analizan la situación y actúan. En la biomedicina, creo que el gran avance está en construir órganos. Los trasplantes ya están consolidados, pero hay escasez de órganos. Gracias a la mano del hombre vamos a poder construirlos. Ya se hace piel y se sigue investigando.

¿Y en el campo de la sostenibilidad? En este campo hay dos apartados diferentes. El primero consiste en el ahorro energético, en gastar menos, por ejemplo con los leds –también llamadas bombillas ecológicas– que consumen menos porque desprenden menos calor. Por otra parte, están las fuentes de energía limpia, que son infinitas, el agua, el sol… Con la nanotecnología estamos reduciendo el tamaño y el coste de la células solares y mejorando su eficiencia, logrando la política de las tres bes: bueno, bonito y barato.

¿Ese en concreto es el campo en el que está investigando en Massachusetts? Sí, seguimos investigando en ese campo. Hemos conseguido una pintura luminiscente, que aplicada sobre el cristal de las ventanas captura la luz solar, la redirige a los laterales y a su vez a las células solares. Así se podría integrar en la arquitectura de las casas, en sus ventanas y se evitarían los grandes paneles solares y sería mucho más eficiente. El MIT, ya ha creado una empresa, llamada Covalent Solar, que intentará explotar estas ventanas en el mercado. Creemos que podrían comercializarse en dos o tres años.

¿Y en qué sentido siguen investigando? Ahora estamos tratando de adaptar esa pintura luminiscente a los dispositivos electrónicos móviles, para alargar la duración de las baterías.

Fte.: www.lavozdeasturias.es/asturias/pintura-…